Goza, ¡Esa es una Orden! El Espejo del Amo en la Era Algorítmica

 


Goza, ¡Esa es una Orden! El Espejo del Amo en la Era Algorítmica

Profesor Mario Valentín Mamonde 

La formación universitaria en Educación Física se encuentra hoy en una encrucijada histórica. Por un lado, la tradición disciplinaria que heredó de sus orígenes militares e higienistas. Por otro, el mandato paradójico del capitalismo contemporáneo: la obligación de disfrutar la optimización constante. Este imperativo —"¡Goza!"— constituye la forma superyoica que adopta el poder en la era algorítmica, y su territorio privilegiado de aplicación es el cuerpo. La tarea fundamental de la docencia universitaria en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) debe consistir en desmontar este mandato a través de lo que podríamos denominar una crítica del "Espejo del Amo", síntesis conceptual que articula el materialismo de Matteo Pasquinelli con el psicoanálisis de Jacques Lacan.

El "Espejo del Amo" representa la fusión entre dos dimensiones aparentemente distantes pero profundamente complementarias. Por un lado, el "Ojo del Amo" descrito por Pasquinelli: esa función histórica de vigilancia y medición que extrae plusvalía, evolucionando desde la plantación esclavista hasta el panóptico digital contemporáneo. En el campo de la Educación Física, este ojo se materializa en la obsesión por la métrica biomédica, el rendimiento estandarizado y la optimización del cuerpo como máquina. Por otro lado, el "Estadio del Espejo" teorizado por Lacan: ese momento fundacional donde el sujeto se constituye mediante la identificación alienante con una imagen exterior idealizada. El capitalismo algorítmico ha erigido un "Espejo Algorítmico" global que nos devuelve la ficción del "yo cuantificado": un cuerpo eficiente, siempre optimizable, cuya imagen coherente oculta tanto la fragmentación real de nuestra experiencia corporal como la explotación que sostiene tecnológicamente dicho espejismo. Hemos incursionado en torno a que quiere ese amo de estas epocas en terminos de las politicas deportivas, por su efecto inconsciente en la formación y en las practicas de Educación Física.

La conjunción de estas dos dimensiones produce el dispositivo perfecto de sujeción contemporánea. Ya no se nos disciplina principalmente mediante la prohibición, sino a través del mandato superyoico de disfrutar nuestra propia sumisión. Las apps de fitness, los wearables que monitorizan constantemente nuestras constantes vitales, las redes sociales que celebran exclusivamente los cuerpos esculpidos por el rendimiento: todos estos artefactos tecnológicos constituyen la materialización de este "¡Goza!" que ordena disfrutar mientras nos vigilamos y nos hacen vigilables. La paradoja radica en que esta supuesta liberación a traves de la tecnología encubre las mismas lógicas de explotación que Pasquinelli identificaba en la plantación algodonera: hoy los cuerpos son disciplinados no solo para trabajar, sino para disfrutar productivamente, generando datos y plusvalía incluso en sus momentos de ocio.

Frente a este panorama, la formación universitaria en Educación Física debe trascender radicalmente el modelo técnico-instrumental que todavía la caracteriza. No se trata de formar mejores técnicos del cuerpo, sino intelectuales transformadores capaces de descifrar las inscripciones del poder en la corporeidad. Esta tarea implica desarrollar una pedagogía crítica organizada alrededor de cuatro ejes fundamentales.

El primer eje, genealógico-crítico, exige deconstruir la historia política del cuerpo en Latinoamérica. La docencia universitaria debe mostrar cómo los ideales corporales hegemónicos son el resultado de procesos históricos específicos vinculados a proyectos coloniales, nacionalistas y capitalistas. Cuando enseñamos técnicas gimnásticas o parámetros de rendimiento, tenemos la obligación de revelar su genealogía: mostrar cómo el cronómetro de Taylor en la fábrica encuentra su continuidad natural en el smartwatch que mide nuestro rendimiento deportivo. Esta perspectiva histórica permite desnaturalizar lo que parece evidente, mostrando que los "cuerpos ideales" son siempre construcciones al servicio de dispositivos de poder específicos.

El segundo eje, de deconstrucción del inconsciente corporal, implica hackear el dataset normativo que estructura nuestra mirada sobre el movimiento humano. El docente debe operar como un crítico del "inconsciente artificial" que habita los planes de estudio, desmontando los sesgos androcéntricos, eurocéntricos y capacitistas que privilegian sistemáticamente ciertas prácticas corporales sobre otras. En las clases prácticas, esto se traduce en cuestionar permanentemente los reglamentos deportivos, los criterios de evaluación y los modelos estéticos que excluyen o patologizan la diversidad corporal. La pregunta que debe guiar nuestra enseñanza ya no es "¿cómo alcanzar el ideal?" sino "¿qué exclusiones produce este ideal?".

El tercer eje, ético-político, consiste en formar para la resistencia y la autonomía. Debemos preparar a los futuros profesores para ser "saboteadores del algoritmo" en su práctica cotidiana. Esto significa empoderarlos para subvertir las planificaciones estandarizadas, resistir las presuras institucionales por obtener resultados medibles y crear espacios donde el goce singular pueda emerger por fuera de los mandatos de rendimiento. Un profesor crítico es aquel que, frente a la obsesión por los tests estandarizados, introduce criterios cualitativos de evaluación; que frente al culto a la competencia, promueve formas de cooperación y autogestión; que frente al individualismo promovido por las apps de entrenamiento, construye solidaridades comunitarias.

El cuarto eje, psico-corporal, completa este proyecto pedagógico mediante un giro radical: del cuerpo medido al cuerpo significado. Así como el analista lacaniano ayuda a descifrar el síntoma, el docente debe formar profesores capaces de escuchar el goce singular de cada cuerpo. Esto implica trascender la medición cuantitativa para desarrollar una sensibilidad hacia las narrativas corporales singulares. En la práctica, esto se traduce en crear espacios donde los estudiantes puedan explorar su relación con el movimiento más allá de los mandatos internalizados, donde la "torpeza" pueda leerse como estilo y la "incapacidad" como diferencia creativa.

La implementación de esta pedagogía crítica enfrenta obstáculos considerables. La tradición biologicista todavía hegemónica en la formación, la presión social por resultados inmediatos, la seducción que ejercen las tecnologías de optimización personal: todos estos factores conspiran contra un proyecto que busca problematizar lo que el sentido común da por sentado. Sin embargo, es precisamente en esta dificultad donde reside su urgencia política.

La universidad pública, y específicamente la UNLP en su rol formador de profesionales de la Educación Física, tiene la responsabilidad histórica de constituirse en un espacio de resistencia ante el avance de lo que podríamos llamar la "subjetividad algorítmica". Frente al Espejo del Amo que nos devuelve una imagen fragmentada y mercantilizada de lo corporal, debemos oponer la construcción colectiva de una mirada crítica capaz de devolverle al cuerpo su opacidad, su misterio y su dignidad irreductible.

El egresado de este proyecto pedagógico no será un simple aplicador de técnicas, sino un intelectual público capaz de leer las inscripciones del poder en la corporeidad, un militante de la diversidad funcional y un facilitador de experiencias donde el movimiento corporal sea, ante todo, un acto de expresión singular y de construcción de comunidad. Su tarea ya no consistirá en entrenar cuerpos dóciles, sino en acompañar el difícil y siempre inconcluso proceso de inventar un cuerpo verdaderamente propio.

En última instancia, desmontar el mandato del "¡Goza!" no significa oponerse al placer, sino liberarlo de su captura por el dispositivo de optimización capitalista. Se trata de transformar la Educación Física de una tecnología de normalización en una práctica de libertad, donde el verdadero goce consista precisamente en sustraerse a la orden de disfrutar que nos impone el Amo algorítmico. En este sentido, la tarea de la universidad se revela en toda su radicalidad: se trata de crear las condiciones para que emerja un goce opaco, singular e intransferible que resista toda medición y toda normalización; un goce que, en su irreductible singularidad, constituya el núcleo mismo de lo humano frente a la máquina.

Referencias Bibliográficas

Lacan, J. (2006). Escritos 1 (2a ed.). Siglo XXI Editores.

Pasquinelli, M. (2023). El ojo del amo: de la plantación a la máquina de inteligencia artificial. Caja Negra Editora.

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