TEORICO EDUCACION FISICA Y SALUD A PARTIR DE LA AGENDA 2030
Ponencia: “Reconfiguraciones en la agenda académica para el PUEF de la UNLP: disputas en torno a la dimensión de lo público y debates sobre el futuro de la Educación Física en el marco de la Agenda 2030[1]”
Profesor Mario Valentín Mamonde
Esta ponencia tiene como objetivo analizar las reconfiguraciones en la agenda académica del Profesorado Universitario en Educación Física (PUEF) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), a la luz de los desafíos planteados por la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)[2]. En un contexto global donde la educación enfrenta retos multifacéticos, se explorarán las disputas en torno a la dimensión pública de la educación física y los debates sobre su futuro en el marco de estos objetivos. Se exponen argumentos ligados a las enseñanzas de Pierre Bourdieu y Michel Foucault.
Aspectos clave a abordar:
- Contexto de la Agenda 2030: Se presentará un análisis de los ODS más relevantes para la educación física, como el ODS 3 (Salud y Bienestar), ODS 4 (Educación de Calidad), ODS 5 (Igualdad de Género), y ODS 10 (Reducción de las Desigualdades), destacando cómo estos objetivos pueden guiar la reconfiguración de la agenda académica en el PUEF.
- Reconfiguraciones Curriculares hacia la Sostenibilidad: Se discutirá cómo la inclusión de los principios de sostenibilidad y bienestar integral en la formación de educadores físicos puede enriquecer los contenidos y enfoques pedagógicos, alineándose con los ODS y fomentando una educación física que promueva la salud y el bienestar en la comunidad. Especial énfasis se pondrá en el ODS 3, el cual busca asegurar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, subrayando el papel crucial de la actividad física y la educación física en la prevención de enfermedades y la promoción de estilos de vida saludables.
- Dimensión Lo Público y Ciudadanía Activa: La ponencia examinará la importancia de lo público en la educación física, enfatizando la necesidad de que esta disciplina actúe como un vehículo para el desarrollo de una ciudadanía crítica y comprometida, que respete los valores de equidad e inclusión promovidos por la Agenda 2030.
- Debates sobre el Futuro en un Contexto Global: Se identificarán los debates emergentes sobre el futuro de la educación física, abordando la integración de tecnologías innovadoras, la adaptación a los cambios climáticos y la promoción de la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación física.
- Propuestas para una Agenda Académica Inclusiva: Finalmente, se ofrecerán recomendaciones para la reconfiguración de la agenda académica del PUEF, sugiriendo enfoques colaborativos que integren la investigación y la práctica docente en alineación con los principios de la Agenda 2030, promoviendo una educación física que sea inclusiva y transformadora.
Ponencia
a. Contexto de la Agenda 2030
El presente desarrollo aborda las principales perspectivas que guían el análisis de las reconfiguraciones en la agenda académica del Programa Universitario de Educación Física (PUEF) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en el marco de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Se enfoca en tres ejes conceptuales: la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la perspectiva de lo público en la educación, y los debates contemporáneos sobre la Educación Física en la universidad. Estos ejes permiten analizar cómo la educación superior, en particular la Educación Física, se vincula con el desarrollo sostenible, la equidad y la inclusión social en el contexto argentino y latinoamericano.
La Agenda 2030, adoptada en 2015 por la Asamblea General de la ONU, se plantea como un plan de acción global para promover el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones: económica, social y ambiental (Naciones Unidas, 2015). Esta agenda establece 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de los cuales el ODS 3 (Salud y Bienestar) y el ODS 4 (Educación de Calidad) tienen una relación directa con el campo de la Educación Física.
El ODS 3, que promueve la salud y el bienestar para todos a lo largo de la vida, subraya la importancia de la actividad física y el deporte como medios para reducir las enfermedades no transmisibles y mejorar la calidad de vida (Naciones Unidas, 2015). En el ámbito de la Educación Física, este objetivo se traduce en la necesidad de formar profesionales capaces de promover prácticas de vida saludable, considerando tanto el contexto escolar como comunitario. Estudios recientes destacan que la Educación Física universitaria tiene un rol esencial en la creación de una ciudadanía activa, crítica y comprometida con la salud pública.
El ODS 4, que aboga por una educación inclusiva, equitativa y de calidad, reconoce el derecho a la educación como fundamental para el desarrollo de sociedades justas y sostenibles (UNESCO, 2017). En este sentido, la Educación Física es vista como una herramienta para promover la inclusión, el respeto a la diversidad y la equidad de género. La actualización de los planes de estudio en Educación Física de acuerdo con los principios de la Agenda 2030 implica una revisión crítica de los enfoques pedagógicos tradicionales y la incorporación de nuevas perspectivas que aborden la interculturalidad y la equidad.
b. Reconfiguraciones Curriculares hacia la Sostenibilidad:
La profesionalización de la enseñanza en Educación Física implica una tensión entre la necesidad de formar profesionales altamente capacitados y la misión de la universidad de ser un espacio de reflexión crítica y de producción de conocimiento. En este sentido, la formación de los docentes de Educación Física enfrenta el reto de integrar competencias técnicas con una perspectiva crítica sobre las implicaciones sociales y políticas de su práctica profesional. La adopción de un enfoque crítico, como el que propone Foucault, puede permitir a los futuros docentes cuestionar las formas en que se estructura su campo de intervención y reflexionar sobre su papel en la transformación social.
La universidad pública, y en particular las carreras de Educación Física, se encuentran en una encrucijada donde deben equilibrar las demandas de profesionalización con su responsabilidad de formar ciudadanos críticos y comprometidos. Esto implica repensar los currículos y las prácticas pedagógicas, incorporando una visión que permita a los estudiantes comprender las dinámicas de poder que atraviesan su campo de estudio y las implicaciones de su práctica profesional en la sociedad.
Desde la perspectiva de Foucault, la universidad puede ser entendida como un dispositivo de control y de producción de saber, donde se definen los límites de lo que es considerado conocimiento legítimo y las formas de intervención sobre la realidad social. Esta noción de dispositivo, que Foucault desarrolla en su análisis de las instituciones modernas, nos permite entender cómo la universidad no solo transmite conocimiento, sino que también define los modos de pensar y de actuar de los individuos que forman parte de ella.
El dispositivo de la universidad se articula en torno a una serie de prácticas, discursos y normas que regulan el acceso al conocimiento y la manera en que este se distribuye. En el caso de la Educación Física, esto se refleja en la forma en que se organizan los planes de estudio, en las metodologías de enseñanza y en los criterios de evaluación que se aplican a los estudiantes. Estas prácticas no son neutrales, sino que responden a una lógica de poder que define qué conocimientos son valorados y cuáles son marginalizados.
En este sentido, la formación de docentes en Educación Física se encuentra condicionada por las expectativas de la universidad y de la sociedad sobre el rol de la educación en la promoción de la salud y el bienestar. Los planes de estudio suelen estar orientados a la enseñanza de técnicas deportivas y de promoción de la actividad física, pero a menudo dejan de lado la reflexión crítica sobre las implicaciones sociales y políticas de estas prácticas. La perspectiva de Foucault nos invita a repensar la forma en que se organiza el conocimiento en la universidad y a cuestionar las estructuras de poder que subyacen a la producción de saberes.
Un aspecto central de la obra de Foucault es su análisis de cómo el poder actúa sobre los cuerpos para producir subjetividades. En el contexto de la Educación Física, esto se traduce en la construcción de un ideal de "cuerpo saludable" que guía las prácticas pedagógicas y las intervenciones de los profesionales en este campo. La universidad, como espacio de formación, juega un papel crucial en la definición de este ideal y en la manera en que los futuros docentes lo transmiten a sus estudiantes.
El "cuerpo saludable" se presenta como un objetivo deseable, asociado a la idea de un cuerpo activo, en forma y productivo. Sin embargo, este ideal está cargado de valores y normas que reflejan las expectativas de la sociedad sobre el cuerpo y la salud. Desde una perspectiva foucaultiana, es posible cuestionar hasta qué punto este ideal contribuye a la homogeneización de las subjetividades y a la exclusión de aquellos cuerpos que no se ajustan a la norma. Por ejemplo, las personas con discapacidades, las personas mayores y aquellos que provienen de contextos socioeconómicos desfavorecidos pueden quedar excluidos de esta visión de la salud que prioriza el rendimiento y la capacidad física.
La educación física, como parte de la formación universitaria, tiene el potencial de ser un espacio de resistencia frente a estas normativas, siempre y cuando se promueva una perspectiva crítica que permita a los estudiantes cuestionar los discursos dominantes sobre el cuerpo y la salud. Esto implica repensar las metodologías de enseñanza y los contenidos de los planes de estudio, incorporando enfoques que valoren la diversidad corporal y promuevan una visión más inclusiva de la salud.
La perspectiva de Michel Foucault nos proporciona herramientas para analizar cómo la universidad, como espacio de formación de docentes en Educación Física, es también un espacio de poder donde se configuran subjetividades y se reproducen ciertas normas sobre el cuerpo y la salud. Frente a las tensiones que enfrenta la universidad pública en un contexto de globalización y profesionalización, es fundamental repensar su papel en la sociedad y su compromiso con la transformación social.
La formación de docentes de Educación Física debe ir más allá de la enseñanza de técnicas y competencias, y convertirse en un espacio de reflexión crítica sobre las implicaciones sociales y políticas de la educación. La universidad tiene el potencial de ser un motor de cambio social, siempre y cuando sea capaz de enfrentar las tensiones y contradicciones que surgen de su propia estructura y de las demandas del contexto contemporáneo. Esto implica reconocer que la educación es un campo de lucha y de construcción colectiva, donde la democratización del conocimiento y la promoción de una visión inclusiva de la salud son objetivos que deben guiar la formación de los futuros profesionales.
La integración de una perspectiva crítica, como la que ofrece Foucault, puede ser un camino para que la universidad cumpla con su misión de formar profesionales comprometidos con la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Al cuestionar las estructuras de poder que atraviesan a las instituciones educativas, es posible imaginar nuevas formas de enseñar, aprender y transformar el mundo.
En el marco de estas disputas, la Educación Física se presenta como un campo particularmente interesante para analizar la tensión entre lo público y las dinámicas de mercado. En la UNLP, la carrera de Educación Física ha sido históricamente un espacio de formación de docentes comprometidos con el desarrollo integral de la niñez y la adolescencia, así como con la promoción de la salud comunitaria. Sin embargo, en las últimas décadas, el campo de la Educación Física ha experimentado transformaciones significativas que reflejan los cambios en la universidad y en la sociedad en su conjunto.
La incorporación de la perspectiva de la Agenda 2030, con su énfasis en el ODS 3 (Salud y Bienestar) y el ODS 4 (Educación de calidad), ha sido un punto de inflexión para la redefinición de los objetivos de la Educación Física universitaria. La formación de profesionales en este campo ya no puede limitarse a la enseñanza de habilidades deportivas y recreativas, sino que debe incluir una perspectiva crítica sobre la salud, la equidad y la inclusión. Esto implica, según autores como Rodríguez y Santana (2021), repensar los planes de estudio y las prácticas pedagógicas para responder a las nuevas demandas sociales, como la promoción de estilos de vida saludables y la inclusión de grupos históricamente marginados.
La Educación Física, como parte del sistema educativo, tiene un rol clave en la construcción de una ciudadanía activa y comprometida con la transformación social. En este sentido, la universidad pública se convierte en un espacio de formación de agentes de cambio, capaces de intervenir en la realidad social con una perspectiva crítica y transformadora. Sin embargo, esta visión choca con las lógicas de mercado que buscan orientar la formación hacia la rentabilidad económica y la competencia individual, alejando a la universidad de su función pública original.
La Agenda 2030, con su llamado a construir un desarrollo sostenible y equitativo, ofrece un marco para redefinir el concepto de lo público en la universidad. En el ámbito de la Educación Física, esto implica un compromiso renovado con la promoción de la salud y el bienestar, entendido no solo como una responsabilidad individual, sino como una cuestión de justicia social. La universidad debe formar profesionales que no solo sean capaces de transmitir conocimientos técnicos, sino que también comprendan las desigualdades estructurales que afectan a la salud y el acceso a la actividad física en diferentes contextos.
El ODS 3, que se centra en garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos, subraya la importancia de la Educación Física como un medio para combatir las enfermedades no transmisibles y mejorar la calidad de vida de la población. Esto requiere un enfoque integral que considere los determinantes sociales de la salud y promueva la creación de entornos que faciliten la actividad física (UNESCO, 2017). En este sentido, la formación universitaria en Educación Física debe incorporar conocimientos sobre salud pública, políticas de bienestar y trabajo comunitario, que permitan a los futuros profesionales intervenir en contextos diversos y contribuir al bienestar de la comunidad.
Por su parte, el ODS 4, que busca garantizar una educación de calidad para todos, plantea la necesidad de una formación inclusiva que responda a las diversidades culturales, de género y socioeconómicas. Esto supone un desafío para las universidades, que deben repensar sus programas de formación en Educación Física para incluir perspectivas de género, interculturalidad y derechos humanos. Esta perspectiva implica un cambio de paradigma en la formación docente, que debe orientarse a la construcción de una práctica pedagógica inclusiva y crítica, capaz de responder a las realidades complejas de la sociedad contemporánea.
La reflexión sobre la dimensión de lo público en la educación superior nos lleva a considerar la universidad como un espacio de disputa donde se define no solo el acceso al conocimiento, sino también el sentido mismo de la educación. Las obras de Pierre Bourdieu y Michel Foucault nos ayudan a comprender las dinámicas de poder y los mecanismos de reproducción social que atraviesan a las instituciones universitarias, y nos invita a repensar su rol en la sociedad contemporánea.
En el caso de la UNLP, su compromiso histórico con la educación pública y gratuita representa una oportunidad para reflexionar sobre el significado de lo público en la actualidad, especialmente frente a los desafíos de la globalización y las políticas neoliberales. La universidad pública, en su misión de formar ciudadanos críticos y comprometidos, tiene el potencial de ser un motor de transformación social, siempre y cuando sea capaz de enfrentar las tensiones y contradicciones que surgen de su propia estructura.
La Educación Física, como parte de la oferta educativa de la UNLP, encarna estas tensiones de manera particular, al ser un campo en constante redefinición frente a los desafíos del bienestar, la inclusión y la justicia social. En este contexto, la perspectiva de lo público en la educación se presenta no solo como un principio, sino como un campo de lucha y de construcción colectiva, que demanda un compromiso activo por parte de la comunidad universitaria para garantizar una educación verdaderamente democrática y transformadora.
En Argentina y América Latina, estas reflexiones se han contextualizado en relación con la historia de la educación pública en la región, que ha sido marcada por la desigualdad social y los intentos de privatización de la educación superior. La defensa de lo público ha sido una constante en el discurso de muchas universidades, incluyendo la UNLP, que se presenta como un bastión de la educación inclusiva y gratuita. Sin embargo, en el marco de la Agenda 2030, las instituciones deben redefinir su compromiso con la sociedad para incorporar nuevas problemáticas como la sostenibilidad ambiental y la igualdad de género.
La Educación Física en el ámbito universitario enfrenta desafíos que requieren una constante revisión y actualización de sus enfoques y prácticas pedagógicas. En los últimos años, se han generado debates sobre la necesidad de redefinir la formación de los profesionales de la Educación Física para que respondan a las necesidades sociales contemporáneas, que incluyen la promoción de la salud, la inclusión de grupos históricamente marginalizados, y la adaptación a los cambios demográficos y culturales de la región.
Uno de los aspectos centrales de estos debates es la necesidad de abordar la interculturalidad, entendida como el reconocimiento y respeto de la diversidad cultural en el ámbito educativo. Esto se traduce en la inclusión de contenidos que reflejen las distintas realidades socioculturales de los estudiantes, así como en el desarrollo de competencias interculturales en los futuros docentes de Educación Física. La incorporación de la perspectiva de género en la formación docente también ha cobrado importancia, impulsada por los movimientos feministas y las demandas de una mayor equidad en el acceso y la participación en la actividad física y el deporte.
Asimismo, se plantea el papel de la universidad como un agente de cambio social, que no solo debe adaptarse a los cambios del contexto global, sino que también debe ser un actor activo en la transformación de las realidades locales. En este sentido, la Educación Física puede contribuir significativamente a la construcción de una sociedad más equitativa y sostenible, siempre que los planes de estudio se diseñen desde una perspectiva crítica y orientada al bien común.
c. Dimensión Lo Público y Ciudadanía Activa:
La reflexión sobre la dimensión de lo público en la educación es fundamental para entender las transformaciones en la educación superior, especialmente en instituciones como la UNLP, que históricamente han sido baluartes de la educación pública y gratuita en Argentina. La obra de Pierre Bourdieu (1988) ha sido clave para analizar las dinámicas de poder y los capitales simbólicos que se disputan en el campo académico, particularmente en contextos donde la universidad se ve tensionada entre su rol como formadora de élites y su compromiso con la democratización del acceso al conocimiento.
Bourdieu plantea que el sistema educativo reproduce las desigualdades sociales al perpetuar estructuras de poder y capital simbólico que favorecen a ciertos grupos sociales. Las universidades, como espacios de legitimación del conocimiento, tienden a reproducir las jerarquías existentes en la sociedad, reflejando las relaciones de poder que se desarrollan en el campo académico. En este sentido, la educación superior enfrenta el desafío de ser, por un lado, un espacio de transmisión de conocimiento legítimo, y por otro, una plataforma para la crítica y la transformación social. Para Bourdieu, la universidad es un lugar donde se disputan no solo los saberes, sino también el acceso a los recursos simbólicos que permiten a los individuos mejorar su posición social (Bourdieu, 1988).
Por otro lado, Michel Foucault (1977) aporta un marco para entender cómo las instituciones educativas son espacios de poder donde se configuran subjetividades y se reproduce el orden social. La universidad, como espacio de formación de docentes en Educación Física, es un escenario de disputas sobre el control y la regulación del cuerpo, lo que resulta central para analizar la formación de profesionales que deben intervenir en la promoción de la salud y el bienestar social. En la actualidad, los debates sobre el rol de la universidad pública enfrentan nuevas tensiones vinculadas a la presión de un mercado laboral globalizado y las demandas de profesionalización.
En el caso de la UNLP, la tradición de la educación pública ha estado marcada por un fuerte compromiso con la equidad y la inclusión, lo que la convierte en un espacio privilegiado para estudiar las tensiones entre lo público y las dinámicas de poder que describen Bourdieu y Foucault. Esta universidad, al igual que muchas otras en Argentina, ha sido un bastión de acceso a la educación para sectores históricamente marginados. Sin embargo, la creciente presión del mercado y las transformaciones sociales y económicas globales han puesto a prueba su capacidad para mantener su misión pública, cuestionando los límites de la democratización del acceso al conocimiento.
El Capital cultural y la educación superior
El concepto de capital cultural desarrollado por Bourdieu resulta crucial para entender cómo las universidades se convierten en espacios de reproducción social. El capital cultural incluye el conocimiento, las habilidades, la educación formal y otros aspectos que facilitan el acceso a determinados campos sociales y económicos. En el ámbito universitario, este capital se expresa en la posesión de títulos y credenciales que, a su vez, son reconocidos y valorados en el mercado laboral y en el campo académico.
La educación superior, según Bourdieu, es un espacio donde se distribuye el capital cultural de manera desigual, favoreciendo a aquellos estudiantes que provienen de familias con un alto capital cultural. Esto se refleja en la tendencia de las universidades a valorar ciertos estilos de pensamiento y formas de expresión que corresponden a las clases más privilegiadas. En este sentido, aunque las instituciones de educación superior como la UNLP buscan democratizar el acceso a la educación, en la práctica, continúan reproduciendo desigualdades que dificultan el acceso de ciertos grupos sociales al conocimiento y a los beneficios asociados a la educación superior.
La dimensión de lo público, entonces, no puede entenderse solo como el acceso a la universidad, sino como la capacidad de esta para ser un espacio de igualdad efectiva. La agenda de inclusión social en la educación superior implica, en este contexto, cuestionar las estructuras que privilegian a ciertos sectores y desarrollar políticas que promuevan una distribución más equitativa del capital cultural. Esto es especialmente relevante en el contexto de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abogan por una educación de calidad e inclusiva para todos (Naciones Unidas, 2015).
Desde la perspectiva de Bourdieu, la universidad no es solo un lugar de reproducción social, sino también un espacio de disputa donde diversos actores luchan por definir el sentido de lo público y los fines de la educación. En la UNLP, estas disputas se manifiestan en el debate sobre el papel de la universidad en la sociedad y su relación con el Estado y el mercado. La tensión entre la universidad como institución pública y su adaptación a las demandas del mercado es uno de los principales ejes de discusión en la actualidad.
Por un lado, la universidad se concibe como un espacio de formación crítica y autónoma, un lugar donde el conocimiento se genera y se difunde con el objetivo de contribuir al desarrollo social y cultural de la nación. Por otro lado, la creciente influencia de los modelos de gestión neoliberal ha impulsado una lógica de eficiencia y competitividad que promueve la mercantilización del conocimiento y la orientación de la educación hacia las necesidades del mercado. Esta tensión pone en juego el carácter público de la universidad, ya que plantea el desafío de conciliar la búsqueda de la excelencia académica con el compromiso con la equidad y la inclusión.
En este contexto, la perspectiva de Bourdieu ofrece herramientas para entender cómo se estructuran las relaciones de poder dentro del campo universitario y cómo estas influyen en la definición de las políticas educativas. La noción de "habitus" de Bourdieu es particularmente útil para analizar cómo las prácticas y las representaciones de los distintos actores del campo universitario (estudiantes, profesores, administradores) están condicionadas por su posición social y por las normas implícitas que rigen el espacio académico. La reflexión sobre el habitus permite comprender las resistencias y las adaptaciones de la comunidad universitaria frente a las transformaciones impulsadas por la globalización y las políticas neoliberales.
Michel Foucault: El Poder y la Configuración de Subjetividades en la Universidad
Michel Foucault (1977) aporta un marco para entender cómo las instituciones educativas son espacios de poder donde se configuran subjetividades y se reproduce el orden social. La universidad, como espacio de formación de docentes en Educación Física, es un escenario de disputas sobre el control y la regulación del cuerpo, lo que resulta central para analizar la formación de profesionales que deben intervenir en la promoción de la salud y el bienestar social. En la actualidad, los debates sobre el rol de la universidad pública enfrentan nuevas tensiones vinculadas a la presión de un mercado laboral globalizado y las demandas de profesionalización.
Foucault plantea que las instituciones, incluidas las educativas, son dispositivos de poder que operan sobre los cuerpos y las mentes de los individuos. En su obra Vigilar y castigar (1977), describe cómo las prácticas disciplinarias emergen en el contexto de instituciones modernas como las prisiones, los hospitales y las escuelas. Estas prácticas disciplinarias también se manifiestan en la universidad, que ejerce un control sobre los cuerpos de los estudiantes y los futuros profesionales, regulando sus conductas y modos de pensar. A través de la formación académica, las universidades no solo transmiten conocimientos, sino que también moldean subjetividades y normalizan ciertos comportamientos, en función de lo que es considerado aceptable o deseable socialmente.
Foucault se refiere a cómo las instituciones, especialmente la escuela, el ejército y la prisión, han desarrollado métodos para moldear los cuerpos de las personas, haciendo que estos se ajusten a las normas establecidas. La disciplina, en este sentido, no es simplemente un medio de control, sino una forma de producción de sujetos que internalizan las reglas y el orden social.
El concepto de “cuerpos dóciles” pone de relieve la forma en que los sistemas de poder se inscriben en el cuerpo, haciendo que los individuos no solo obedezcan a las normas, sino que se conviertan en agentes que reproducen esas mismas normas a través de su comportamiento. En el contexto educativo, esto se traduce en una serie de técnicas y métodos que buscan controlar y dirigir los gestos, las actitudes y las posturas de los estudiantes, con el objetivo de formar individuos disciplinados que se adecuen a las expectativas sociales. Esta noción invita a reflexionar sobre el rol de la educación y la forma en que la docilidad se construye como parte de un proceso de normalización en las sociedades modernas.
En el ámbito de la formación de docentes de Educación Física, este proceso de normalización y regulación del cuerpo se hace evidente en la forma en que se enseña a los futuros profesionales a intervenir en la promoción de la salud y el bienestar. La Educación Física, entendida como un espacio de intervención sobre el cuerpo, se convierte en un campo de poder donde se define qué prácticas y discursos son legítimos. En este sentido, la universidad se presenta como un lugar donde se producen y reproducen discursos sobre el cuerpo y la salud que, a su vez, están influenciados por los intereses y las lógicas del mercado.
Desde la perspectiva de Foucault, el poder disciplinario se caracteriza por su capacidad de penetrar en todos los aspectos de la vida de los individuos, regulando tanto sus acciones como sus pensamientos. En el contexto universitario, este poder se ejerce a través de una serie de dispositivos, como el currículo, la evaluación y las normas de conducta, que delimitan lo que se espera de un estudiante y un futuro profesional. La universidad se convierte así en un espacio donde se produce un saber-poder que define lo que es legítimo y lo que no lo es, tanto en términos de conocimiento como de prácticas sociales.
En el caso de la formación de docentes en Educación Física, las prácticas disciplinarias se manifiestan, por ejemplo, en el énfasis en la evaluación de las capacidades físicas y el rendimiento corporal. La formación se orienta hacia la enseñanza de técnicas y métodos para medir, categorizar y mejorar el desempeño físico, lo que implica una forma de control sobre el cuerpo del estudiante. Al mismo tiempo, se promueve una visión normativa de la salud que enfatiza la importancia de mantener un cuerpo en forma y saludable, en línea con los estándares promovidos por organismos internacionales y políticas públicas de salud.
Este control sobre el cuerpo, según Foucault, no debe entenderse simplemente como una forma de represión, sino como una forma de producción de subjetividades. A través de la enseñanza de ciertas técnicas y saberes sobre el cuerpo, la universidad contribuye a la construcción de un ideal de cuerpo sano y activo, que los futuros profesionales de la Educación Física deben replicar en su práctica pedagógica. Este ideal no es neutral, sino que está vinculado a valores sociales y económicos que responden a las necesidades de un mercado laboral que privilegia la productividad y la eficiencia.
La obra de Foucault también introduce el concepto de biopolítica para referirse a la forma en que el poder moderno se ejerce sobre la vida de los individuos, regulando no solo sus cuerpos, sino también sus modos de vivir. La biopolítica implica un control sobre la población en su conjunto, a través de políticas de salud, educación y bienestar que buscan optimizar el rendimiento de los individuos y garantizar la productividad social. En este sentido, la universidad, como espacio de formación de profesionales de la salud y la educación, desempeña un papel clave en la promoción de una biopolítica que busca regular la vida de la población.
En el caso de la formación de docentes de Educación Física, la biopolítica se expresa en la promoción de prácticas de cuidado del cuerpo que son transmitidas a los estudiantes y, posteriormente, a las comunidades en las que estos intervienen. La promoción de la salud se convierte en un objetivo central de la formación, en consonancia con los lineamientos de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el ODS 3, que busca garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos (Naciones Unidas, 2015).
Sin embargo, la perspectiva de Foucault permite cuestionar las implicaciones de esta promoción de la salud desde una perspectiva crítica. En la medida en que la universidad reproduce ciertos discursos sobre el cuerpo y la salud, también puede contribuir a la normalización de prácticas que refuerzan las desigualdades sociales. Por ejemplo, la promoción de la actividad física y el deporte como formas de salud puede pasar por alto las condiciones materiales de vida de las personas, como la falta de acceso a espacios recreativos adecuados o las jornadas laborales extendidas que limitan el tiempo disponible para el ejercicio. De esta forma, el énfasis en la responsabilidad individual por la salud puede ocultar las causas estructurales de las desigualdades en el acceso al bienestar.
En la actualidad, la universidad pública enfrenta nuevos desafíos relacionados con la globalización y la demanda de profesionalización de sus egresados. Las políticas de ajuste estructural y la creciente influencia de las lógicas de mercado en la educación han llevado a una transformación del papel de la universidad, que ahora se ve presionada para formar profesionales que respondan a las necesidades de un mercado laboral cada vez más competitivo y flexible. Esto ha tenido un impacto significativo en la formación de docentes de Educación Física, que deben adaptarse a un contexto en el que se valora la capacidad de emprender y la flexibilidad laboral.
d. Debates sobre el futuro en un contexto Global
En un mundo cada vez más interconectado y cambiante, los debates sobre el futuro de la educación física (EF) han cobrado una relevancia fundamental. Esta disciplina enfrenta desafíos significativos relacionados con la integración de tecnologías innovadoras, la adaptación a los cambios climáticos y la promoción de la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación física. Estos temas emergentes no solo impactan la forma en que se enseña y se practica la educación física, sino que también cuestionan los valores y objetivos que guían la formación de futuros profesionales en este campo.
La llegada de tecnologías innovadoras ha transformado todos los ámbitos de la vida cotidiana, incluida la educación física. Las herramientas tecnológicas, como aplicaciones de monitoreo de actividad física, dispositivos portátiles y plataformas de aprendizaje en línea, están revolucionando la forma en que se aborda la enseñanza y el aprendizaje en esta disciplina. Por ejemplo, el uso de aplicaciones móviles permite a los estudiantes registrar su actividad física, recibir retroalimentación personalizada y participar en desafíos virtuales, lo que puede motivar a los alumnos a ser más activos.
Sin embargo, la integración de estas tecnologías también presenta desafíos. Por un lado, es esencial garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a los dispositivos y recursos tecnológicos necesarios para beneficiarse de estas innovaciones. Por otro lado, es fundamental que los educadores reciban la formación adecuada para utilizar eficazmente estas herramientas en su enseñanza. La educación física no debe convertirse en una mera actividad técnica; debe seguir siendo un espacio para el desarrollo integral de los estudiantes, que incluya el bienestar emocional, social y físico.
Además, la tecnología puede facilitar la inclusión de poblaciones con discapacidad, proporcionando herramientas adaptativas que permiten a todos los estudiantes participar en las actividades físicas. Sin embargo, esto requiere un compromiso por parte de las instituciones educativas para asegurar que todos los alumnos tengan acceso a estas tecnologías, así como la capacitación necesaria para su uso.
El cambio climático representa uno de los mayores desafíos del siglo XXI, y su impacto en la educación física no puede ser ignorado. Las condiciones climáticas extremas, como olas de calor, inundaciones y cambios en los patrones de precipitación, afectan la disponibilidad y calidad de los espacios al aire libre donde se lleva a cabo la educación física. Esto puede limitar las oportunidades de los estudiantes para participar en actividades deportivas y recreativas, lo que a su vez puede tener repercusiones negativas en su salud física y mental.
Los educadores de educación física deben ser proactivos en la búsqueda de alternativas que se adapten a estas nuevas realidades. Por ejemplo, la implementación de programas de educación física que prioricen actividades en espacios interiores o que se realicen en entornos naturales de manera segura y sostenible puede ser una solución. Además, es fundamental que los programas de educación física incluyan la educación ambiental, concienciando a los estudiantes sobre la importancia de la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
Asimismo, es necesario promover la resiliencia entre los estudiantes, preparándolos para afrontar las adversidades que el cambio climático puede presentar en sus vidas. Esto puede incluir el desarrollo de habilidades para la adaptación y la toma de decisiones informadas en situaciones cambiantes, así como la promoción de un estilo de vida activo que fomente la salud y el bienestar a largo plazo.
La promoción de la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación física es otro debate crítico que debe abordarse en el contexto global. A pesar de los avances en la inclusión y la diversidad, muchos estudiantes aún enfrentan barreras que limitan su participación en actividades físicas. Estas barreras pueden ser de naturaleza económica, social, cultural o física, y pueden afectar desproporcionadamente a poblaciones vulnerables, como las mujeres, las personas con discapacidad y las comunidades de bajos ingresos.
Para abordar estas desigualdades, es esencial que las políticas educativas promuevan un enfoque inclusivo en la educación física. Esto implica garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a instalaciones adecuadas, recursos y programas que respondan a sus necesidades y contextos específicos. Además, la formación de educadores en cuestiones de diversidad e inclusión es fundamental para crear un ambiente de aprendizaje en el que todos los estudiantes se sientan valorados y puedan participar plenamente.
La educación física también puede desempeñar un papel crucial en la promoción de la cohesión social y la equidad. Al fomentar la participación de todos los estudiantes en actividades físicas, se puede contribuir a la construcción de comunidades más fuertes y solidarias. Esto es especialmente importante en contextos donde las tensiones sociales y económicas pueden generar divisiones.
Los debates emergentes sobre el futuro de la educación física en un contexto global requieren una reflexión profunda sobre cómo la disciplina puede adaptarse y evolucionar ante los desafíos actuales. La integración de tecnologías innovadoras, la adaptación a los cambios climáticos y la promoción de la igualdad de oportunidades son temas que deben ser abordados de manera integral y colaborativa. Al hacerlo, la educación física puede seguir siendo un espacio valioso para el desarrollo integral de los estudiantes, promoviendo no solo su salud y bienestar, sino también la construcción de sociedades más justas y sostenibles. La educación física tiene el potencial de convertirse en un motor de cambio social, pero esto solo será posible si se abordan de manera crítica y consciente los desafíos que enfrenta en el contexto global actual.
e. Propuestas para una Agenda Académica Inclusiva
Finalmente, se ofrecerán recomendaciones para la reconfiguración de la agenda académica del PUEF (Profesorado Universitario en Educación Física) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), sugiriendo enfoques colaborativos que integren la investigación y la práctica docente en alineación con los principios de la Agenda 2030, promoviendo una educación física que sea inclusiva y transformadora.
1. Integración de los ODS en el Currículo: Para que el PUEF pueda alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es fundamental que la formación de profesionales en Educación Física incluya explícitamente los objetivos de la Agenda 2030, como el ODS 3 (Salud y Bienestar) y el ODS 4 (Educación de Calidad). Esto implica la inclusión de módulos de estudio que aborden la importancia de la actividad física en la promoción de la salud comunitaria, la prevención de enfermedades crónicas y la mejora de la calidad de vida, con un enfoque especial en poblaciones vulnerables. Además, es importante incorporar la perspectiva de la educación inclusiva y de calidad, que no solo abogue por el acceso universal, sino también por la equidad en la oferta educativa, para garantizar que todos los estudiantes tengan oportunidades reales de participar en actividades físicas.
2. Enfoques Colaborativos entre Investigación y Práctica: Una agenda académica renovada debería fomentar un diálogo constante entre la investigación académica y la práctica pedagógica. Esto significa que los docentes, investigadores y estudiantes trabajen conjuntamente en proyectos que respondan a problemáticas concretas de la comunidad. Por ejemplo, la investigación aplicada podría centrarse en el desarrollo de metodologías inclusivas en el aula de Educación Física, integrando tecnologías accesibles y sostenibles. Además, es importante promover la participación de las comunidades locales en la co-creación de estas investigaciones, fortaleciendo así el vínculo entre la universidad y el entorno social.
3. Promoción de la Interculturalidad y la Diversidad: En el marco de la Agenda 2030, es esencial que la educación física universitaria promueva la interculturalidad, valorando las diferentes prácticas corporales y deportivas de las diversas comunidades de Argentina y América Latina. Esto no solo contribuye a una formación profesional más rica, sino que también respeta y reconoce la importancia de las tradiciones culturales en la construcción de identidades. El PUEF puede ser un espacio para repensar las prácticas de la Educación Física desde una perspectiva que visibilice y valore la diversidad cultural, con programas específicos que integren las prácticas deportivas autóctonas y populares, promoviendo así un enfoque pedagógico más inclusivo y respetuoso de las diferencias.
4. Incorporación de la Perspectiva de Género y Derechos Humanos: Es importante que el PUEF se comprometa con la formación de profesionales sensibles a las desigualdades de género y comprometidos con la promoción de los derechos humanos. Esto implica la incorporación de contenidos curriculares que cuestionen las dinámicas de poder y los estereotipos de género que atraviesan las prácticas deportivas y la enseñanza de la Educación Física. Un enfoque crítico permitirá formar docentes capaces de identificar y transformar las situaciones de discriminación y exclusión que puedan surgir en el ámbito educativo. En este sentido, se sugiere la implementación de talleres y capacitaciones sobre igualdad de género, así como la promoción de un enfoque inclusivo en el diseño de actividades físicas y deportivas que contemplen las necesidades de todos los estudiantes.
5. Adopción de Prácticas Sostenibles en la Enseñanza: La Agenda 2030 pone de relieve la importancia de la sostenibilidad ambiental. En este contexto, el PUEF puede desempeñar un papel fundamental en la promoción de prácticas sostenibles en la enseñanza de la Educación Física. Esto puede incluir el uso de materiales reciclables, la promoción de actividades al aire libre que fomenten el respeto por el entorno natural, y la sensibilización de los futuros docentes sobre la importancia de la conservación del medio ambiente. Asimismo, se pueden desarrollar alianzas con organizaciones locales y ambientales para crear programas que integren la actividad física y el cuidado del entorno, como jornadas de limpieza de espacios verdes acompañadas de actividades recreativas.
6. Fomento del Pensamiento Crítico y la Reflexión Ética: Para que el PUEF contribuya a la formación de profesionales capaces de enfrentar los desafíos contemporáneos, es necesario fomentar el pensamiento crítico y la reflexión ética. Esto significa que la formación no solo debe centrarse en el desarrollo de habilidades técnicas, sino también en la capacidad de analizar críticamente los discursos y las prácticas que dominan el campo de la Educación Física. La obra de autores como Pierre Bourdieu y Michel Foucault ofrece herramientas valiosas para cuestionar las dinámicas de poder y las normatividades corporales que operan en el ámbito educativo. La universidad, como espacio de formación crítica, debe fomentar la capacidad de los futuros docentes para reflexionar sobre su práctica profesional y su rol en la promoción de una sociedad más justa y equitativa.
Las propuestas aquí esbozadas buscan trazar un camino para la reconfiguración de la agenda académica del PUEF de la UNLP, orientándola hacia una Educación Física inclusiva, transformadora y comprometida con los principios de la Agenda 2030. La incorporación de una perspectiva crítica y colaborativa, que integre la investigación y la práctica docente, permitirá formar profesionales preparados para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio. En este sentido, la universidad debe ser un espacio de debate y construcción de nuevas visiones sobre la Educación Física, que contribuyan a la promoción de la salud, el bienestar y la justicia social en el contexto argentino y latinoamericano.
A través de esta ponencia, se busca contribuir a la reflexión crítica sobre el papel de la educación física en el contexto de la Agenda 2030[3] y fomentar un diálogo constructivo sobre su evolución y relevancia en la formación integral de los estudiantes. Se espera que este análisis abra nuevas perspectivas y posibilidades para el desarrollo de la educación física como una herramienta para el cambio social, alineándose con los objetivos globales para construir una sociedad más justa, equitativa y sostenible.
Bibliografía
- Bourdieu, P. (1988). La distinción: Criterio y bases sociales del gusto. Taurus.
- Foucault, M. (1977). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI.
- Gentili, P. (2011). La universidad en América Latina: Reformas y desafíos. Buenos Aires: Siglo XXI.
- Naciones Unidas. (2015). Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Nueva York: ONU.
- UNESCO. (2017). Educación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Objetivos de aprendizaje. París: UNESCO.
[2] https://unlp.edu.ar/institucional/ambiente/verde/ods-y-agenda-2030-56651/
[3] https://unlp.edu.ar/institucional/secretaria_relaciones_institucionales/consejos-consultivos-y-mesas-de-trabajo/mesaods/se-realizo-la-jornada-2024-de-los-ods-implementando-la-sostenibilidad-universidad-y-sociedad-civil-86617/
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