A PROPOSITO DE ENSEÑAR A ENSEÑAR RUGBY DESDE LA EDUCACIÓN FISICA
Título: Contribuciones a una Teoría del Rugby desde Lacan, Bourdieu y Derrida
Profesor Mario Valentín Mamonde
Resumen: Este ensayo explora el rugby desde las perspectivas de Jacques Lacan, Pierre Bourdieu y Jacques Derrida, ofreciendo un análisis interdisciplinario accesible para estudiantes de educación física.
En la preocupación como responsable de una cátedra de Educación Física nos mueve el deseo de incursionar en el mundo de la práctica del rugby sosteniendo una pregunta por el futuro de la enseñanza tanto del rugby como de la educación física.
Desde el enfoque de Jacques Lacan, el rugby se examina como un espacio donde los jugadores negocian su identidad y deseos a través de la agresividad controlada y la dinámica de equipo, revelando cómo estos elementos afectan la construcción personal dentro y fuera del campo.
Pierre Bourdieu aborda el rugby como un campo social donde se negocian relaciones de poder, capital cultural y status. Esto permite entender cómo el rugby actúa como una forma de capital social, influyendo en la dinámica social y en la reproducción de estructuras de clase y género entre l@s jugadores y la comunidad deportiva.
Jacques Derrida aporta una perspectiva de deconstrucción, cuestionando las narrativas dominantes dentro del rugby. A través de su concepto de difrasismo, se exploran las tensiones y contradicciones en las representaciones del rugby, como la masculinidad vs. feminidad y el amateurismo vs. profesionalismo, ofreciendo una visión crítica para reflexionar sobre las prácticas y discursos en torno a este deporte.
Primer tiempo con Lacan
El rugby es un deporte caracterizado por su intensidad física y la necesidad de una fuerte cohesión de equipo. Sin embargo, más allá de sus aspectos físicos, el rugby también se presenta como un espacio rico para el análisis psicoanalítico, particularmente a través del enfoque de Jacques Lacan. Vamos a cotejar cómo el rugby puede ser comprendido como un lugar donde los jugadores negocian su identidad y deseos, utilizando la agresividad controlada y la dinámica de equipo como medios para esta construcción personal. Se argumenta que estos elementos, analizados desde una perspectiva lacaniana, no solo afectan la vida dentro del campo, sino que también tienen implicaciones profundas en la vida personal y social de los jugadores fuera de él.
Jacques Lacan, uno de los psicoanalistas más influyentes del siglo XX, centró gran parte de su trabajo en la idea de la identidad y cómo ésta se forma a través de la relación con el Otro (Lacan, 1961-1962). En el rugby, esta relación se materializa en la dinámica del equipo y en la oposición al equipo rival.Asi podemos decir que el Otro que describe Lacan es la cultura del rugby y sus modos de transmitirse. Desde el enfoque de Lacan, el rugby se examina como un espacio donde los y las jugadores negocian su identidad y deseos a través de la agresividad controlada y la dinámica de equipo, revelando cómo estos elementos afectan la construcción subjetiva dentro y fuera del campo.Para Lacan es lo que atraviesa al sujeto.
En el rugby, la agresividad es una característica intrínseca que, sin embargo, debe ser cuidadosamente controlada y canalizada hacia el objetivo del equipo. Esta agresividad controlada puede entenderse, desde la perspectiva lacaniana, como un medio a través del cual los jugadores afirman su identidad dentro del grupo (Lacan, 1961-1962). El acto de tacklear, empujar en un scrum o proteger la ginda son más que simples acciones físicas; son expresiones de identidad y poder dentro de la estructura del juego. Según Lacan, el sujeto se define en gran parte por su relación con el Otro, y en el contexto del rugby, este Otro puede ser tanto el equipo contrario como los compañeros de equipo.
La Dinámica de Equipo y la Identificación con el Otro
El rugby exige una cohesión y confianza extrema entre los miembros del equipo. Cada jugador debe confiar en que los demás cumplirán con sus roles específicos para lograr el éxito colectivo. Esta interdependencia puede ser vista como un reflejo de la relación sujeto-Otro que Lacan describe en su teoría del espejo, donde el individuo se ve a sí mismo a través de los ojos del Otro (Lacan, 1961-1962). En el campo de rugby, esta dinámica se manifiesta en la identificación con el equipo, donde el éxito personal está intrínsecamente ligado al éxito colectivo. Esta identificación puede generar un fuerte sentido de pertenencia y, al mismo tiempo, una presión para conformarse a las expectativas del grupo.
Los efectos de esta negociación de identidad y deseos en el campo de rugby no se limitan al tiempo de juego. Los jugadores llevan consigo estas experiencias y aprendizajes a su vida personal y social. La agresividad controlada y la identificación con el equipo pueden influir en cómo los jugadores interactúan en otros contextos, desde sus relaciones interpersonales hasta su vida profesional (Lacan, 1961-1962). Por ejemplo, la disciplina aprendida en el manejo de la agresividad en el juego puede ser aplicada en la gestión de conflictos en la vida cotidiana, mientras que la identificación con un grupo puede influir en la manera en que se perciben a sí mismos en relación con su entorno social.
En esta parte del ensayo hemos intentado rastrear cómo el rugby, analizado a través de la lente de la teoría de Jacques Lacan, se presenta como un espacio donde los jugadores negocian su identidad y deseos. La agresividad controlada y la dinámica de equipo, elementos centrales en este deporte, son claves para la construcción personal tanto dentro como fuera del campo. Desde esta perspectiva lacaniana, el rugby no solo es un deporte físico, sino también un campo simbólico donde se construyen y negocian las identidades. Este enfoque ofrece una visión profunda de cómo el deporte puede influir en la formación del sujeto, con implicaciones que van más allá del juego mismo.
Según esta visión teórica el rugby es todo lo que se dice en él y sobre él. En el campo de la Educación Física se plantean las mismas significaciones.
Segundo Tiempo con Bourdieu
El rugby, más allá de ser un deporte, se configura como un espacio de interacción social donde se negocian y reproducen relaciones de poder, capital cultural y estatus. A través de la lente de Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos más influyentes del siglo XX, se puede comprender el rugby como un campo social que actúa no solo como un medio de entretenimiento y competición, sino también como una forma de capital social. En esta parte el ensayo exploraremos cómo el rugby influye en la dinámica social y en la reproducción de estructuras de clase y género entre l@s jugadores y la comunidad deportiva, utilizando los conceptos clave de Bourdieu, como el capital cultural, el habitus y el campo.
Bourdieu y el Concepto de Campo Social
Pierre Bourdieu introduce el concepto de campo social como un espacio estructurado de posiciones donde los agentes sociales interactúan, compiten y luchan por diferentes formas de capital: económico, cultural, social y simbólico (Bourdieu, 1990). Cada campo tiene sus propias reglas, normas y jerarquías, y el rugby, como campo social, no es la excepción. Dentro de este campo, los jugadores, entrenadores, directivos y público participan en una red de relaciones que está influenciada por las dinámicas de poder y por las distintas formas de capital que cada actor posee.
En el contexto del rugby, Bourdieu aborda el deporte como una forma de capital social, donde las relaciones y conexiones establecidas dentro del juego pueden traducirse en beneficios fuera de él (Bourdieu, 1986). La pertenencia a un equipo de rugby puede ofrecer acceso a una red social que proporciona ventajas en otras esferas de la vida, como oportunidades laborales, estatus social y reconocimiento. Además, el rugby puede servir como un medio para adquirir capital cultural, al asociarse con ciertos valores y estilos de vida que son apreciados en determinadas comunidades.
El capital social generado a través del rugby no solo beneficia a los jugadores, sino que también tiene un impacto en la comunidad deportiva en general. Los clubes de rugby, por ejemplo, a menudo actúan como centros comunitarios donde se fortalecen las relaciones sociales y se perpetúan las normas y valores de una clase social específica. Este proceso de socialización refuerza las estructuras de clase y género existentes, ya que quienes poseen un mayor capital social tienden a reproducir su posición dentro del campo.
La Reproducción de las Estructuras de Clase y Género en el Rugby
Bourdieu sugiere que el habitus, o las disposiciones internas que guían el comportamiento de los individuos, se forma en gran parte a través de la experiencia en campos sociales específicos (Bourdieu, 1977). En el rugby, el habitus de los jugadores está moldeado por las expectativas y normas del deporte, que a menudo reflejan las estructuras de clase y género de la sociedad en general.
El rugby, históricamente asociado con la clase media y alta en muchos países, perpetúa ciertas formas de capital cultural que están alineadas con los valores y normas de estas clases. Por ejemplo, la noción de fair play, el énfasis en la disciplina y la camaradería son valores que refuerzan el habitus de quienes pertenecen a estas clases sociales. Al mismo tiempo, estas normas excluyen o marginan a aquellos que no comparten el mismo capital cultural, reforzando las divisiones de clase dentro del deporte.
Además, el rugby, como campo social, también reproduce las estructuras de género. Aunque ha habido un aumento en la participación femenina en el rugby, el deporte sigue estando dominado por una cultura masculina que valora la fuerza física, la agresividad y la competitividad, características tradicionalmente asociadas con la masculinidad hegemónica. Este énfasis en la masculinidad refuerza la marginalización de las mujeres en el deporte y perpetúa las normas de género tradicionales.
La comprensión del rugby a través de la teoría de Bourdieu tiene importantes implicaciones para la reflexión crítica sobre el deporte y su papel en la sociedad. Al ver el rugby como un campo social donde se negocian relaciones de poder y capital, se puede comenzar a cuestionar cómo estas dinámicas influyen en la inclusión y exclusión dentro del deporte. Además, al reconocer la forma en que el rugby reproduce estructuras de clase y género, se abre la posibilidad de desarrollar estrategias para hacer el deporte más inclusivo y equitativo.
Por ejemplo, los programas de rugby en comunidades desfavorecidas pueden ser diseñados no solo para enseñar habilidades deportivas, sino también para desafiar y transformar las estructuras de poder que limitan el acceso al capital social y cultural. Asimismo, fomentar una mayor participación femenina y cuestionar las normas de género en el rugby puede contribuir a un cambio en la cultura del deporte, haciendo que sea más accesible y representativo de la diversidad social.
El rugby, cuando se analiza desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, revela su papel como un campo social donde se negocian y reproducen relaciones de poder, capital cultural y estatus. Este deporte actúa como una forma de capital social, influenciando la dinámica social y la reproducción de estructuras de clase y género entre los jugadores y la comunidad deportiva. A través de este análisis, se destaca la importancia de cuestionar las narrativas dominantes en el rugby y de trabajar hacia un deporte más inclusivo y equitativo, que refleje y promueva la diversidad social.
Bourdieu nos presta herramientas para evitar reproducir las condiciones que producen marginación y depreciación por razones sociales.
Tercer Tiempo con Derrida
El rugby, como deporte con profundas raíces culturales y sociales, ha sido tradicionalmente interpretado a través de narrativas dominantes que celebran valores como la masculinidad, el espíritu de equipo y el amateurismo. Sin embargo, estas narrativas ocultan una serie de tensiones y contradicciones que pueden ser reveladas y analizadas a través de la mirada de la deconstrucción, un enfoque filosófico desarrollado por Jacques Derrida. En esta parte de nuestro escrito se busca explorar cómo la deconstrucción derridiana puede aplicarse al rugby, desafiando las estructuras binarias y exponiendo las complejidades inherentes en las representaciones de este deporte. Derrida aporta una perspectiva de deconstrucción, cuestionando las narrativas dominantes dentro del rugby. A través de su concepto de difrasismo, se exploran las tensiones y contradicciones en las representaciones del rugby, como la masculinidad vs. feminidad y el amateurismo vs. profesionalismo, ofreciendo una visión crítica para reflexionar sobre las prácticas y discursos en torno a este deporte.
La Deconstrucción y el Rugby: Derrida y el Cuestionamiento de las Narrativas Dominantes
Jacques Derrida, uno de los filósofos más influyentes de los siglos XX y XXI, desarrolló la teoría de la deconstrucción como una herramienta para desmantelar las estructuras binarias y revelar las jerarquías ocultas en los textos y discursos. En el contexto del rugby, la deconstrucción permite cuestionar las narrativas tradicionales que exaltan ciertos valores y prácticas mientras marginan o invisibilizan otros aspectos del deporte. Derrida nos invita a examinar cómo estas narrativas se construyen y perpetúan, y cómo, al hacerlo, excluyen o subordinan elementos que no encajan en la visión dominante.
Por ejemplo, la narrativa de la masculinidad en el rugby ha sido una de las más influyentes, promoviendo una visión del deporte como un espacio casi exclusivamente masculino, donde la fuerza física, la agresividad y la resistencia son exaltadas. Sin embargo, esta narrativa no solo refuerza una visión limitada de la identidad de género, sino que también marginaliza otras formas de ser y de jugar al rugby, como la participación de mujeres o de personas que no se ajustan a la binormatividad de género. La deconstrucción derridiana permite desafiar esta narrativa, revelando las tensiones y contradicciones entre la masculinidad y la feminidad en el rugby.
Difrasismo en el Rugby: Tensión entre Contradicciones
El concepto de difrasismo, aunque no es un término comúnmente asociado con Derrida, puede interpretarse en este contexto como una forma de analizar cómo las narrativas del rugby mantienen y perpetúan tensiones entre conceptos aparentemente opuestos. Derrida utiliza la deconstrucción para desmantelar estas dicotomías, mostrando que, en lugar de ser opuestos puros, estos conceptos están intrínsecamente conectados y dependen el uno del otro para su definición y significado.
En el rugby, el difrasismo se manifiesta en la tensión entre el amateurismo y el profesionalismo. Tradicionalmente, el rugby se ha enorgullecido de sus raíces amateur, valorando el juego por el juego mismo y promoviendo la idea de que el deporte debe estar separado de intereses comerciales y financieros. Sin embargo, en la era moderna, el rugby se ha profesionalizado, y esta tensión entre el ideal amateur y la realidad profesional ha generado debates sobre la verdadera esencia del deporte. Derrida, a través de la deconstrucción, nos ayudaría a ver que el amateurismo y el profesionalismo no son opuestos absolutos, sino que están entrelazados en una relación compleja donde cada uno depende del otro para su definición y legitimidad.
El rugby ha sido históricamente un deporte asociado con la masculinidad hegemónica. Sin embargo, el creciente interés y participación de mujeres en el rugby han comenzado a desafiar esta narrativa. Derrida, a través de la deconstrucción, permitiría un análisis crítico de cómo se construyen y perpetúan las identidades de género en el rugby, y cómo estas identidades están marcadas por tensiones y contradicciones internas.
La deconstrucción nos permite ver que la masculinidad y la feminidad en el rugby no son categorías fijas, sino construcciones sociales que dependen de una serie de prácticas, discursos y representaciones que pueden ser cuestionadas y reconfiguradas. Al desafiar la hegemonía masculina en el rugby, la deconstrucción derridiana abre un espacio para repensar las identidades de género en el deporte, permitiendo la inclusión de nuevas formas de jugar y entender el rugby que no se limitan a las categorías tradicionales de género.
El enfoque deconstruccionista de Jacques Derrida ofrece una herramienta poderosa para cuestionar y desmantelar las narrativas dominantes en el rugby. Al analizar las tensiones y contradicciones en torno a conceptos como la masculinidad, la feminidad, el amateurismo y el profesionalismo, la deconstrucción nos permite ver el rugby no solo como un deporte físico, sino como un campo simbólico donde se negocian y disputan significados e identidades. Este enfoque crítico invita a una reflexión más profunda sobre las prácticas y discursos en torno al rugby, ofreciendo nuevas perspectivas para comprender y transformar el deporte.
Gracias por la atenta escucha.
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